Si hablamos de plan nos estamos refiriendo a un modelo sistemático que regula y dirige hacia unos objetivos algún aspecto. ¿Cuál es ese aspecto? En el caso que nos ocupa hablamos de educación. La educación es ese aspecto que se va modelando a medida que pasa el tiempo con distintos planes de estudios cuyo fin es mejorar el nivel educativo de un país. Pero, como pasa en muchas ocasiones, aunque la teoría se sepa bien, ¿qué tal se da ponerla en práctica?
Muchas personas están en desacuerdo con el modelo educativo español. Algunos padres prefieren aquel que había cuando ellos estaban estudiando, otros consideran que al actual le hacen falta retoques pero que ha mejorado sustancialmente…hay tantas opiniones como personas. No obstante, por lo general todas coinciden en el hecho de que son necesarios ajustes. ¿Ajustes de qué tipo? Algunas personas se centran en los docentes e, incluso, cuestionan su trabajo. Probablemente se hayan encontrado a lo largo de su etapa educativa profesores increíbles con los que cada día tenían ganas de volver a clase por el empeño con el que desarrollaban su actividad y otros, por el contrario, estaban desganados y lo único que transmitían era tedio. Por si acaso, recuerdo que esto no es exclusivo de este trabajo, pues buenos y malos profesionales nos vamos a encontrar siempre y en cualquier ámbito. Ojalá no fuese así.
Hoy quería ir más allá de la figura del profesor y, de esta manera, centraré mi atención en el plan de estudios. Para ello voy a hablarles un poco de aquella asignatura que puedo examinar con más criterio, debido a que la conozco un poquito más a fondo: la asignatura de Lengua y Literatura Españolas.
A mí esta asignatura me encantaba, sin embargo, muchos de mis compañeros creían innecesarias tantas horas dedicadas a la materia (entre 4 y 5 horas semanales, dependiendo del curso) y cuando el Bachillerato empezó a dividirnos en Ciencias y Letras ya ni les cuento. ¿Qué hacía Lengua entre las asignaturas troncales del bloque de Ciencias? Un sinsentido, ¿verdad?
Es muy fácil adoptar estas posiciones desde unos chavales que con dieciséis años deben orientar su futuro hacia un campo y, encima, si viven en una sociedad en la que progresivamente se ha instalado aquella creencia de que las ciencias son más complicadas que cualquier otro estudio. Además, si la nota de corte que se necesita para acceder a grados relacionados con el campo de las Ciencias es mucho mayor, por algo será, ¿no? Lo peor de esto era, y si no me equivoco lo sigue siendo, que hasta profesores, si bien es cierto que únicamente en algunos casos, confirmaban esta afirmación e, incluso, gastaban bromas que no eran pertinentes refiriéndose a la gran inteligencia de la que estaban dotados aquellos que habían optado por el itinerario de Ciencias. Con todos mis respetos hacia aquellos que opinen lo anteriormente descrito, a mí me parece ridículo. Conozco a algunos profesionales de prestigio en ámbitos como el nutricional o sanitario que, a pesar de controlar su especialidad, cometen unos errores gramaticales cuando escriben, y algunos también cuando hablan, que me hacen dudar de su cultura literaria y de su formación, entre otras cosas.
No se puede pretender ni por asomo que unos adolescentes de catorce o quince años tengan una inclinación a conocer los periodos de la literatura si les haces aprenderse de memoria las tropecientas características de cada uno y leerse un libro de lectura obligatoria que, en el mejor de los casos, tiene relación con algo del temario estudiado. Lo que se debería hacer es lo que yo he denominado “lecturas comprensivas”, escogiendo la obra más representativa del autor que aúne más características de la etapa de la literatura que se vaya a presentar y, partiendo de la lectura, vas extrayendo poco a poco cada una de las características que este autor y, por extensión, ese periodo tiene. Es probable que falten algunas pero las esenciales, si la obra literaria se ha buscado con esmero, ahí tendrán que estar. Y así con cada uno de los aspectos. Y esto se extrapola a cada una de las materias, aplicándolo de la forma pertinente a cada una, por supuesto
Les pongo a continuación el ejemplo del grado de Filología Hispánica. Este consiste en comprender la historia social, política, económica, cultural… a través de una literatura, qué ha provocado los cambios en cada una de las etapas en las que se ha ido dividiendo la historia y cómo estos se han visto reflejados en los escritos de cualquier tipo, sean obras literarias, periódicos, artículos… Por supuesto que todo aquel texto escrito se trata de incluir en uno de los géneros literarios existentes, ver su relación con otros y ya no solo de textos concebidos por escritores españoles, también hispanoamericanos. Por otra parte, estos documentos son testimonio de una lengua que está en constante evolución, al igual que lo sigue estando, y es por ello que el filólogo también se ocupa de realizar un análisis profundo de la lengua (tanto sincrónica como diacrónicamente) en cada una de sus variantes: morfológica, sintáctica, semántica, fonética y fonológica, variaciones y variedades, similitudes con otras lenguas…Por último también se tienen en cuenta las distintas teorías literarias, siendo la primera conocida aquella Poética que mi amigo Aristóteles realizó. Añadir que estudiar latín, por ejemplo, lengua a partir de la cual surgió el romance castellano, es fundamental (de esto ya hablaré más adelante). ¿Y por qué es fundamental? Porque, para empezar, el español se ha formado sobre el caso acusativo del latín clásico (1ª declinación de femenino singular: rosam, 1º declinación de femenino plural: rosas, el singular en español es rosa(m) y plural, rosas también puedo poner la 2ª declinación del caso acusativo de masculino singular: lupum y su plural: lupos, de tal forma que actualmente tenemos lobo y lobos [lup(um) y lupos]).
Personam tragicam forte uulpes uiderat: «o quanta species, inquit, cerebrum non habet!». Hoc illis dictum est, quibus honorem et gloriam Fortuna tribuit, sensum communem abstulit.
Fábula de Fedro
(Una zorra había visto por casualidad una máscara trágica: «¡Oh, cuánta belleza-dice- [pero] no tiene cerebro». esto se dijo de aquellos a quienes Fortuna concedió honor y gloria [y les] arrebató el sentido común).
Por cierto, recordar que en aquel momento el castellano era la lengua romance que, ya desde el siglo XII, se fue imponiendo frente a otras lenguas romances también surgidas a partir del latín y, de esta forma, se consideró el castellano la lengua de los distintos reinos de España. Actualmente es la lengua del Estado español. Esto quiere decir, por si hay algún despistado, que el catalán también surgió como lengua romance a partir del latín pero, oiga, el castellano tuvo más aceptación, parece ser. Por tanto, español y castellano son sinónimos sí, pero no entiendo por qué determinadas comunidades autónomas tienen aversión a la denominación de español. Es decir, en Cataluña se estudia la asignatura de Lengua y Literatura Españolas, señores, que lo de castellano en este caso confunde. ¿Cómo? Sí, ya que se emplea en términos políticos y ahí voy con el siguiente apunte.
Siempre he pensado que los lingüistas y filólogos son fundamentales en los equipos de asesores de los gabinetes políticos es por algo, por ejemplo, para no hacer estupideces con el trato de la lengua española que, como ya nos indica la Constitución Española de 1978 en su artículo 3, esta se debe considerar en el territorio español del siguiente modo:
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El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
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Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.
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La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.
Ya sé que aquí se menciona como castellano pero, ¿se han fijado por qué? En primer lugar sitúa como lengua española, común a todo el territorio, a una sola frente a todas las que en él se encuentran, esto es, posiciona al castellano como la lengua del Estado español frente al resto de lenguas: gallego, eusquera, catalán, valenciano (ya puestos también el bable, entre otras). Y en el siguiente punto alude a las demás lenguas españolas. ¿Eso que quiere decir? Que el el resto de lenguas habladas en el territorio de España son tan españolas como el castellano pero no gozan de la extensión que tiene esta última porque son tan solo habladas en determinadas comunidades autónomas y es exclusivamente allí donde serán oficiales, no obstante, cooficiales siempre al castellano. ¿Entienden ahora por qué no tiene ni pies ni cabeza hablar en el Congreso o en el Senado en una lengua cooficial? La razón más obvia es que los parlamentarios nos representan (sí, a los españoles, al conjunto, aunque parezca increíble) y los españoles tienen el deber de conocer la lengua española y el derecho a usarla, entonces, es lícito que un extremeño no tenga por qué hablar y entender con un nivel C1 de la Escuela Oficial de Idiomas la lengua catalana y que, además, quiera escuchar a los parlamentarios hablar en español . Y es que señores, por mucha estelada que saquen los héroes catalanes (tres percentistas algunos, también, lo tienen todo), Cataluña pertenece a un núcleo mayor, el español. A ver si Rajoy lo aprende, que no le queda claro al hombre seta (no lo digo por su carácter, si aparece en programas televisivos de entretenimiento como el más divertido, si no por su síndrome de la inmutabilidad ya adquirida y perfeccionada con los años. Es una extraña enfermedad que consiste en ver la vida pasar mientras otros suben al poder, bajan, se pelean…próximamente en Cuarto Milenio lo investigarán).
Parece mentira pero la educación en España no va dirigida a fines de mejoras educativas. ¿Cada cuánto cambia el plan de estudios? Desde que comenzó la Democracia en España cada gobierno que ha habido ha querido elaborar e implantar su particular ley educativa, si bien es cierto que en algunos casos no se ha conseguido llevar a la práctica. Estos cambios sirven a intereses de colores, o dicho de otra forma, a intereses políticos, de los partidos de turno. Si la justicia jamás debería estar unida al poder legislativo ni al ejecutivo, ¿por qué si la educación? Lo que se pretende, o eso me dice mi razón, con la educación es formar a personas. Que estas puedan adquirir conocimientos en las distintas materias y, cuando crezcan, que puedan distinguir aquellos que les atraen más para dedicarse a ello en el futuro. Por supuesto, todo el conjunto de conocimientos adquiridos son importantes y deben orientarse a conseguir un crecimiento intelectual y personal del individuo, así como a enseñar a la persona a conocer sus derechos y sus deberes para después ejercerlos.
Si a niños catalanes de los primeros cursos de educación primaria se les imponen castigos por hablar en español en clases o en el recreo, si en la televisión pública catalana (financiada con dinero de los catalanes, de los madrileños, de los aragoneses, de los castellanos y leoneses…de todos los españoles, en definitiva) se les adoctrina emitiendo contenidos en los cuales el conjunto de España, a excepción de Cataluña, se dibuja como un ogro que no les concede la libertad desea, ¿esos niños cómo actuarán de mayores? ¿Quién tiene la culpa? Ya sé que no toda la culpa es del gobierno de la Generalidad (yo en español lo cuento) tenemos a una Santa no llamada María por ahí dando vueltas, parece ser que porque su despacho para cargar el móvil aún no está en proyecto, no obstante, dejando esto a un lado, la culpa no es de los niños. Los niños aprenden todo aquello que está en su ambiente.
He puesto el ejemplo de Lengua y Literatura Españolas porque se ve muy claro pero sucede lo mismo con el resto de materias. ¿Por qué la música no se considera una asignatura obligatoria? ¿Y qué pasa con filosofía? De verdad, hay cosas que no entiendo y los políticos no dejan de mirarse el ombligo. ¡Basta ya, hombre! Educación, por favor, educación. ¿Qué pasaría si los políticos se educasen primero antes de estar dando lecciones y elaborando leyes educativas sin ton ni son?
Haciendo un resumen, la educación no debería ser un problema. Por ello, los políticos por una vez habrían de contar con profesionales de cada una de las áreas de conocimiento, dialogar (de verdad) apartando por un momento sus ideas políticas y pensar en el bien de la sociedad, en su futuro y en los niños y jóvenes a los que se está formando. Y no solo eso señores, ¿cuándo la educación va a ser centralizada? Que esto de estar fragmentados en parcelitas (el diminutivo deriva de la gran extensión del territorio español del siglo XXI, no del de finales de principios del siglo XV con el Emperador Carlos V, como imaginarán) debe de tener unas ventajas enormes que, para mi desdicha, yo no alcanzo a ver.
Feliz fin de semana y sean buenos. Tan buenos como para tener constancia de la justicia igualitaria para todos en España, eso sí, si llevan el apellido Borbón o es cónyuge de alguien de estas reales características …quizás para ustedes sí que se aplica una justicia con determinados privilegios, nada del otro mundo, solo se llevarían una alegría similar a la que experimentan cuando la Declaración de la renta les sale a devolver o cuando, a pesar de todo, les dejan en libertad paseando por las calles de Ginebra (se me acaba de ocurrir)…similar.
B.©
¡Bravo Belén!
Totalmente de acuerdo. Suscribo lo que dices, palabra por palabra
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¡Muchísimas gracias!
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