Estos días he estado manteniendo conversaciones en las que el tema de las redes sociales era inevitable. Es más, este surgía sin tratar asuntos relacionados con Internet. Me pareció muy oportuno reflexionar sobre él puesto que es una realidad diaria que todos empleamos en mayor o menor medida y que quizás, quién sabe, ustedes hayan pensado sobre ella.
Es evidente que desde que el correo pasó a un segundo plano y existen otras plataformas para la comunicación, tales como Facebook, Instagram, Snapchat, Twitter, Whatsapp…y similares, en las cuales pueden aparecer no solo textos, sino también imágenes, vídeos, pistas de audio…, hemos experimentado unos cambios difíciles de asimilar en tan poco tiempo o esa es mi opinión. Teniendo esto como punto de partida, a continuación pasaré a comentarles algunas percepciones personales.
La primera pregunta que nos debemos hacer considero que sería: ¿vivo para mí o para las redes sociales? Hace un tiempo, tendría yo unos 14 años más o menos, existía una red social, ya desaparecida o al menos hasta donde sé, llamada Tuenti. Por aquel entonces ya cada uno disponíamos de un móvil y era habitual tomar fotografías cuando empezabas a quedar con tu grupo de amigos (si bien mi primer móvil con cámara apareció casi cuando tenía 15 años y los primeros eran primos hermanos de los ladrillos, pero la función de llamar y mandar mensajes de texto la cumplían a la perfección). Hasta ahí todo normal pero, ¿y si la fotografía no se tomaba con el objeto de recordar esos momentos y más bien su principal fin era, lo que por esos años se denominaba “foto tuenti”? En este caso ya existía un problema. Les cuento: no sacábamos fotos únicamente a aquello que nos parecía curioso o a un grupo de amigos, compañeros o familiares para acordarnos de una celebración de cumpleaños o la cena de Navidad, no, puesto que sacábamos fotos con el fin de subirlas cuanto antes a esta red social para que todos nuestros contactos allí las viesen y así actualizar nuestro “estado” en esa red social.
Por otro lado y continuando con Tuenti, he de decir que me creé un perfil justo a los 14 años y mi red de contactos eran aquellos que yo conocía y que sabía identificar perfectamente. No obstante, había adolescentes que aceptaban solicitudes de amistad (esto es, peticiones de otra persona para que la aceptes en tu red de contactos y así pueden tener acceso a todo aquello que compartes: fotos, vídeos, archivos…archivos que, de otra manera, no podrían ver) de personas que no conocían de nada. Además, la privacidad que en la red elegías podía ser más o menos segura porque aquello que compartías podía ser visto por todos, te tuviesen o no como “amigo”, es decir, como contacto en su red. Si desde pequeños lo primero que nos dicen cuando nos dejan algún día solos en casa durante una hora es que no abramos la puerta a desconocidos, ¿por qué cuando crecemos abrimos tan rápidamente las puertas de nuestra vida personal, familiar, de nuestro círculo de amistades y de trabajo o estudios a ese mundo desconocido y, a la vez, peligroso pues se desconocen sus fines? Que sí, que tenemos que pensar que el ser humano es bueno por naturaleza pero también debemos de ser conscientes, y más a medida que vamos creciendo, que el ser humano puede corromperse y que no es oro todo lo que reluce.
Por tanto, hemos hecho frente a dos problemas en los párrafos que preceden a este: ¿vivimos nuestra vida y compartimos aquello que nos apetece, cuándo nos apetece y con quién nos apetece o, por el contrario, nos sentimos en la obligación de hacer partícipes de cada minuto de nuestro día a día como si de un telediario 24 horas retransmitido al segundo se tratase?
Todo esto lleva a aquellas ideas que han surgido en conversaciones mantenidas por mí en los últimos días: “parece que si sales y no cuelgas una foto en Facebook es que no has hecho nada” o “cuelgo las fotos de momentos bonitos pero hay mucho detrás que no se cuenta”. Y es que está de moda esto de actualizar las redes sociales muchas veces al día e incluir frases motivadoras del tipo de Mr. Wonderful en el pie de foto de una imagen en la cual, aparentemente, su temática es tan diferente de la foto que no llegas a comprender el por qué de ese título a la misma. Si desconocen esta marca que acabo de mencionar ya les adelanto que se dedica a plasmar frases alegres en tazas, agendas, calendarios, camisetas…antes era solo en español, ahora como son tan wonderful han empezado a escribir en catalán también. Yo les sugeriría que continuasen con el resto de lenguas cooficiales al español y, por qué no, con el bable, por ejemplo y entre otras, pues, ¿se imaginan que mañana Asturias quiere declararse independiente? Yo no sé pero visto el panorama, lo raro va a ser que no te encuentres a un cerdito volador a la puerta de casa cuando regresas de trabajar. Al menos espero no tener que decir que Javier Fernández nos roba, a diferencia, de, por ejemplo se me ocurre, Pujol, Mas y compañía, no obstante, como en cada comunidad autónoma hay unas historias peculiares me habría gustado leer los Episodios Nacionales de Galdós del siglo XXI. Ya les digo yo, ¡pobre mi Galdós! Atónito se iba a quedar el hombre. Casi mejor que los dejamos en el siglo XIX, que también tuvo lo suyo. Y, tras mi disertación, les explico que, por supuesto, no estoy en contra de que estemos contentos la mayoría de días o que tengamos que celebrar determinados acontecimiento que se van presentando pero, ¿todos, todos los días tienes que decir cuando te levantas “buenos días mundo” a través del stories de Snapchat? ¿O cuando sales cada fin de semana es necesario que me comentes “aquí, de tranquis con los colegas” viernes, sábado y domingo (y si hay ocasión de decirlo dos veces al día pues, mejor que una)? ¿De verdad? A este paso voy a conocer tu ropa interior, y no exagero pues, en muchos casos, se conoce, se lo aseguro. Del segundo comentario no creo necesario apuntar nada al respecto pues, está claro, gran parte de nosotros preferimos mostrar aquello agradable que nos acontece; sin embargo, deberíamos ser consciente de que la vida personal de cada uno consta de buenos momentos, sí, pero no solo. Aquello más negativo preferimos tan solo exponerlo ante nuestro círculo más íntimo y contar únicamente con esa ayuda, ¿quién mejor que esas personas tan cercanas para contar con su apoyo y ayuda?
Otra situación bastante habitual que suele producirse en estas redes es la relación que existe (créanme que existe pues la he visto como espectadora) o que hemos hecho que exista, entre los “me gusta”, “me encanta”, “me entristece” (lo que se conoce como “reacciones a una publicación”) de Facebook; por ejemplo, pues podría ser de cualquier otra red social, y los lazos que se dan entre dos personas o más, porque claro está que entra en juego no solo cómo te llevas con un contacto en cuestión, también es importante cómo te llevas con su círculo de amigos. Cuando, realmente, la función que yo interpreto que tiene esto es indicar si una publicación en concreto te ha gustado, te ha encantado, te ha enfurecido o te ha entristecido, tal y como cada uno de los emoticonos indican. No hay que ir más allá, o esa es mi opinión, porque de lo contrario estaremos entrando en un círculo de supuestos que, en el mejor de los casos, solo nos traerán dolores de cabeza. De hecho, conviene recordar aquí “Las tres rejas”:
El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de este y le dice:
– Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…
– ¡Espera! – lo interrumpe el filósofo – ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
– ¿Las tres rejas?
– Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
– No. Lo oí comentar a unos vecinos.
– Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?.
– No, en realidad no. Al contrario…
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
– A decir verdad, no.
– Entonces, – dijo el sabio sonriendo – si no sabemos si es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
Por último señalar que, a veces, retocamos las fotos tanto que ese exceso termina convirtiéndolas en elementos tan artificiales que ni nosotros mismos nos reconocemos en ellas. Hay que saber aceptarse y, por supuesto, aceptar ese paso del tiempo en nosotros. A Sor Juana Inés de la Cruz (México,1651-México,1695) a propósito de un retrato que le hizo un pintor, en el cual esta estaba retratada con su aspecto de joven, lejos de sentirse complacida, se mostró molesta pues prefería tener reflejadas en su rostro las marcas que la edad había dejado en él. De esta forma escribió:
A SU RETRATO
Este que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
No estoy en contra de estas plataformas, yo mismamente hago uso de ellas y no creo que todo lo que nos ofrecen sea pernicioso, simplemente he manifestado que debemos ser conscientes de todo lo que lleva consigo tener acceso a estas redes sociales, solo así podremos disfrutar de las ventajas que estas nos ofrecen. Y, por favor, mostrando solamente aquello que les apetezca, no se sientan presionados por nada, de tal modo que así puedan vivir únicamente por y para ustedes.
¡Feliz fin de semana!
B.©
¡Gracias! La he escuchado ahora y la letra está muy relacionada con el tema comentado. ¡Gracias por la aportación!
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¡Enhorabuena! Te dejo un enlace a una canción que me recomendaron ayer y que es muy oportuna al respecto.
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